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Sanidad publica, sonrisas privadas

Texto publicado por primera vez en Blogger por el autor el 18/02/2016


Los recientes escándalos de fraude en el sector de la medicina dental a clientes y franquiciados por parte de la directiva de las empresas Funnydent y Vitaldent nos debería acercar a una reflexión que, seguramente, pocas veces nos habremos planteado: ¿Debería cubrir el sistema sanitario público la salud bucal?

 

Teóricamente, sí lo hace. Recuerdo cómo de pequeño, mi madre me llevaba a un centro médico público en el que me hacían ciertas revisiones periódicas en la boca, y poco más. Y es que al final, la cobertura de la Seguridad Social se reduce a eso y poco más. En la imagen, obtenida directamente del Ministerio de Sanidad ( aquí vemos la cobertura bucodental nacional), observamos como la cobertura en este sector es más bien insuficiente.

Así, a la hora de reflexionar sobre este tema debemos tener en cuenta, en primer lugar, que es un problema que afecta directamente a la salud pública, y que la salud de nuestras bocas es tan importante como la de nuestro estómago o nuestras rodillas. Sin embargo, cuando a una persona en nuestro país su médico habitual le alerta sobre la necesidad de, por ejemplo, ponerse un aparato u operarse de una muela, se encuentra con el gran obstáculo de que, si no tiene dinero para costearse dicha intervención, tendrá que esperar a algún tipo de suerte económica, porque la sanidad pública no estará ahí para ayudarle: los precios de una ortodoncia oscilan desde los 700€ en niños hasta 5000€ en los tratamientos más elevados.

No obstante en España gozamos de una sanidad pública que, si bien está falta de agilidad y financiación (4.423mill de déficit en 2015 solo en el periodo enero-julio), es la envidia de muchos países de nuestro entorno y de más allá del Atlántico. Pero dados los argumentos anteriores de abandono por parte de la Seguridad Social, parece obvio que el sistema público debería cubrir esta necesidad, si bien habría que pensar cómo financiarlo: profesionales, tratamientos, equipamiento, etc. 

Quizá sería necesaria una pequeña subida en las cotizaciones a la seguridad social, pero en un entorno económico tan complicado, no sería recomendable a pesar de los elevados déficits, además de no asegurar un incremento de la recaudación. Y por otro lado, habría que pensar en una mejor racionalización de los gastos, cuyos intentos no han sido eficaces desde el inicio de los recortes en 2010.

Por último, no recuerdo ningún partido político cuyo programa de las últimas elecciones llevara incorporado una solución a este problema que crea sin duda, cierto estigma en la población: los que pueden pagar, y los que no.

Espero que más pronto que tarde, alguien de “ahí arriba”, periodistas o profesionales de prestigio se animen a proponer la entrada del sistema público en la salud buco-dental, aunque lo dudo bastante, pues los márgenes de beneficios que aporta el sector a la empresa privada son cada vez más elevados.

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