Cambio de ciclo político, al menos en Andalucía.
- Sergio Román G.
- 15 ene 2019
- 3 Min. de lectura
Con los resultados obtenidos en las pasadas elecciones y acuerdos “cruzados” mediante, el centro derecha gobernará finalmente Andalucía tras 36 años de espera. Eso sí, tendrá que ser con los votos de la extrema derecha.
La nueva etapa que se abre en Andalucía es bastante interesante y se prevé compleja no por las relaciones PP-Cs, que ya hemos visto que en otras comunidades han sido fluidas y fructíferas en lo que a acuerdos se refiere, sino por como las propuestas de la extrema derecha van a plasmarse en los acuerdos de Gobierno y presupuestarios y cómo estas van a marcar la agenda y ritmo del gobierno andaluz.
La formación de Gobierno en Andalucía tendrá consecuencias de Despeñaperros hacia arriba, todos los barones autonómicos miran de reojo los pasos del sur de cara a sus elecciones venideras.

El nuevo Gobierno andaluz será un experimento que tendrá el foco político durante sus primeros meses de marcha y no hay que perder de vista que va a arrancar a 5 meses de los comicios europeos, autonómicos y municipales, elecciones que se prevén casi como un multi refrendo:
Al Gobierno de Sánchez “deslegitimado” por las opciones de la derecha parlamentaria y que se encontrará a esa altura del año con unos recientes PGE aprobados o no, que marcarán la vida de esta casi agonizante Legislatura, posibilitando aguantar hasta 2020 o elecciones este otoño.
A VOX, el nuevo actor político que aún no se ha batido en unas elecciones (con posibilidad de obtener resultados importantes) calibrando así su importancia dentro del sistema político español y su capacidad de condicionar Gobiernos. Y es que, salvo algún barón concreto del PP, ninguno se ha planteado como tal realizar un “cordón sanitario” ante la extrema derecha.
Ciudadanos por fin ve que los sondeos aciertan con su alza electoral. Sin embargo, el partido “centrista, anti nacionalista y liberal”, al contrario que sus socios en Europa y su candidato a Barcelona, hace oídos sordos y la vista gorda ante la extrema derecha y no tiene reparo en aceptar los votos de esta para formar Gobierno y repartirse los sillones con el PP, algo que la formación naranja en cierta forma siempre ha criticado. Incluso su candidata a la alcaldía de Madrid habla de repetir el pacto andaluz en el consistorio capitalino.
Unidos Podemos se lo juega al todo o nada en las Municipales. La pérdida de poder local representado en plazas tan importantes como Madrid o Barcelona puede eliminar de la esfera política pesos pesados como Carmena o Colau. En cuanto a las Autonómicas destaca el desembarco en Madrid de Íñigo Errejón, el que fuera número dos del partido morado que aspira (a falta de que arranque su campaña), o bien, a intentar formar Gobierno o a sostener al socialista independiente Gabilondo. Además en las europeas, cuyo resultado es prácticamente proporcional, deberá luchar por la tercera o cuarta plaza y no quedarse descolgado de los principales partidos o perderá tirón de cara a las europeas.
El PP de Pablo Casado se encuentra en la situación en la que se encontraba Pedro Sánchez en 2015 y 2016: dos partidos pugnan por liderar el centro derecha (en este caso Ciudadanos) y esta vez con un potente movilizador en la extrema derecha, VOX. De cara a las autonómicas y municipales Casado ha decidido rodearse de los suyos y no utilizar ningún peso pesado para las grandes plaza (véase Martínez Almeida, un desconocido para el Ayuntamiento de Madrid frente a las quinielas que apuntaban a Adolfo Suárez hijo).
Queda claro que la dinámica desde el Procés, que culminó con el referéndum del 1 de Octubre, y la polarización de los discursos en competencia de PP y Ciudadanos han movilizado y derechizado aún más si cabe al electorado de derechas, que ha encontrado su Podemos ideológico en “VOX”. Habrá que ver si las especificidades andaluzas: mala campaña de Susana Díaz que apelaba a VOX (casi) como su rival, a su pésima gestión y al hartazgo de 36 años de Gobierno monocolor han sido determinantes en el vuelco andaluz o si es un cambio de ciclo político a nivel estatal propiciado por la lenta y errática gestión de Sánchez o, no obstante, porque el electorado español haya asumido como prioritaria la cuestión nacional y un escoramiento de sus valores a la derecha.
La expectación por el funcionamiento del ejecutivo de coalición recuerda a la levantada por los llamados “Ayuntamientos Del Cambio” gobernados por Podemos, IU y confluencias, aunque esta vez genera bastantes reticencias en muchos sectores sociales al ser apoyado por la extrema derecha de VOX.
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